Si quieres leer esta carta en inglés, la encontrarás aquí.
Matthieu Nicol es el fundador de la agencia de comunicación Too Many Pictures, ha trabajado como editor de fotografía en Le Monde, vive en París, habla perfecto español y es el editor de Better Food for Our Fighting Men. Hace unas semanas tuve la oportunidad de hablar con él para conocer con más profundidad esta pieza editorial –una de las primeras en ser parte de nuestro catálogo– de pequeño formato y peso considerable.
Se nota de lejos que la fotografía juega un papel importante en la vida de Matthieu porque es un observador informado y un coleccionista nato, específicamente de iconografía culinaria antigua. Disfruta visitando mercadillos y rastros en busca en imágenes y libros relacionados con la comida, y da cuenta de ello en Instagram a través de @vintage_food_photography. No viene del mundo gastronómico pero ha llegado a él de una manera particular que roza la arqueología visual y se sumerge de pleno en la historia social, política y cultural de la comida.
Hablamos de imágenes anónimas, enfoques visuales poco comunes y fotolibros accidentales que despiertan la curiosidad. A Matthieu le interesan especialmente aquellas fotografías delimitadas entre inicios del siglo XX y la invención del microondas, y hasta aquí porque con la revolución industrial todo deja de ser lo que era; los formatos cambian, aparece la cámara digital y aquella estética analógica termina siendo reemplazada.
Hablamos del peso del libro, el primer detalle que nos llamó la atención al tenerlo en las manos. Y sí, es a posta; el peso del papel y de toda la pieza recuerda al hecho de que las raciones de comida militar son compactas, pesadas y pequeñas. Es un libro de dimensiones reducidas que invita a guardarse en cualquier sitio, reflejando la practicidad de la indumentaria militar con sus múltiples compartimentos. Una ventanita a un sector generalmente apartado al público.
Matthieu me comentó sobre la fotografía “instruccional” y sobre un ensayo [Instructional Photographs: Learning How to Live Now, 2021, SPBH Editions] de la artista Carmen Winant en el que investiga el potencial que tiene una fotografía para enseñarnos y ofrecer verdades ontológicas sobre el mundo. Winant invita a confiar en la imagen y esto me lleva a pensar si en el futuro será fácil, por no decir posible, distinguir entre una fotografía real y una artificial.
De aquí saltamos a reflexionar sobre cómo han cambiado los libros de cocina, «ahora son coffee-table books, parte del decorado y están en cualquier sitio menos en la cocina; el nombre del fotógrafo o fotógrafa está en la portada o en los créditos cuando antes ni siquiera aparecía, eran libros destinados al uso y a las manchas de grasa», estas son las publicaciones que atraen a Matthieu –catálogos y libros promocionales editados por agencias de publicidad o cadenas hoteleras–; aprecia más el soporte físico y aunque no le gusta buscar en Internet, desde hace tiempo es una herramienta indispensable para averiguar, mas no como punto de partida.
Y navegando en YouTube a través de foros de supervivencia y comida militar, fue que dio con una fotografía que llamó su atención. Averiguó la fuente: cerca de 15,000 fotografías en perfectas condiciones, tomadas entre 1970 y 1980, acababan de ser desclasificadas. El archivo pertenecía al Army’s Natick Soldier Research, Development and Engineering Center de Estados Unidos.
Este complejo –medio público medio privado y aún operativo a día de hoy– se estableció en 1953 cerca de Boston, Massachussets, y tenía la misión de investigar y desarrollar ropa y equipamiento personal, refugios de campaña, equipamiento de campo, sistemas de alimentación y servicio de alimentos, así como contenedores y embalajes para satisfacer las necesidades de las fuerzas militares estadounidenses.
El libro cuenta con 92 fotografías y un glosario de 24 conceptos –24 por las 24 horas del día que debe cubrir una ración militar–. Matthieu pasó cada noche durante un par de meses clasificando. La primera selección era de 500 fotografías. Al poco tiempo tenía el borrador de un libro y la oportunidad de llevarlo a cabo con la editorial RVB Books. El libro se produjo en dos meses.
Las imágenes documentan los experimentos sofisticados que expertos en nutrición y logística llevaron a cabo para proveer el sustento necesario y elevar la moral de los soldados. Irradiar, deshidratar, termoestabilizar, comprimir, conservar, liofilizar, rehidratar, calentar, servir. Desde batidos de queso y brócoli o pollo al BBQ, hasta tubos de puré con aplicadores para facilitar la alimentación a través de una máscara de gas. Sugerencias de uso y servicio de lo más ingeniosas.
No solemos pensar en todo ese engranaje de innovación tecnológica y científica que existe detrás de nuestros alimentos cotidianos. Si nos atrevemos a imaginar la misma cadena de suministro en un entorno hostil y sin sentido como debe serlo una zona en conflicto, alimentarse mínimamente bien pasa a ser una cuestión prioritaria. La comida debe ser segura e inocua, debe cubrir las necesidades nutricionales básicas, debe estar disponible, ser fácil de conservar y de transportar, y en la medida de lo posible, mantener cierto atractivo físico y organoléptico. Un reto brutal.
A medida que Matthieu iba investigando, desarrollaba las notas que complementan las fotografías a modo de glosario. Las entradas explican conceptos y acrónimos empleados en los pies de foto de las imágenes, trazando elementos básicos de la dieta típica de un soldado y las nuevas tecnologías que permitieron a la industria alimentaria fabricar y suministrar esas raciones, y posteriormente expandirse hacia el terreno doméstico y cultural.
En la mitad del siglo XX, por ejemplo, la tecnología militar tuvo una profunda influencia en los hábitos alimenticios y las realidades materiales de un mundo cada vez más industrializado. La introducción de la congelación rápida, los microondas y los alimentos deshidratados y rehidratados permeó los espacios domésticos y los estómagos, promocionados por razones de salud, de liberación de las mujeres o por cualquier otro motivo que mejor vendiera el producto o proceso en cuestión. –Adriana Gallo [Meal Replacements and Ascetic Diet Cultures, 2023, Mold Magazine]
Matthieu trató de contactar con personal del Natick Center para saber más sobre el archivo, pero solo hubo silencio. Y curiosamente, aunque esperaba que en Estados Unidos el libro tuviese una mayor respuesta, ha aprendido que el mercado del fotolibro de nicho no existe en el país norteamericano, incluso la poca gente que compra este tipo de libros viene a Europa a buscarlos.
Aunque según Matthieu no es un libro perfecto, está satisfecho con el resultado. Al tratarse de un fotolibro, lo ideal es que la encuadernación fuese otabind para poder abrirse por completo y apreciar cada una de las imágenes. Le hubiese gustado que la sobrecubierta interior tuviese la textura metálica de una bandeja desechable de aluminio. También quería que la foto de la contraportada fuera la que apareciera en la portada, pero la editorial se negó porque podría parecer un libro de temática gay.
Este libro de cocina sin recetas es un acercamiento alternativo al sistema alimentario de uno de los países más avanzados y a la vez con mayores índices de obesidad, y por eso, personalmente me resulta tan interesante e incómodo a la vez. No falta conocimiento, no faltan recursos, no falta voluntad, sin embargo, los esfuerzos siguen desviándose, beneficiando a muy pocas personas. La interdependencia que existe entre los alimentos procesados –y básicamente cualquier otro sector tecnológico– y la industria militar va mucho más allá de lo que podríamos imaginar. Ojalá la intención fuese: mejor comida para todos.
Justo ayer escuchaba a Gabriel Alonso, fundador del Institute for Postnatural Studies, comentar lo tremendo que resulta cómo las guerras generan estos momentos violentos en los que la tecnología y la naturaleza colisionan de maneras tan complejas.
Alec Carver acierta en The Commontable cuando concluye que a medida que la guerra convencional se niega obstinadamente a permanecer como un fenómeno del siglo XX y la inseguridad alimentaria, la inestabilidad política y el aumento de los costos de vida ocupan cada vez más espacio en la conciencia colectiva, no sería mala idea considerar la historia de los sistemas alimentarios militares-industriales en paralelo con las alternativas pacíficas, comunitarias y sostenibles en nuestras conversaciones sobre el futuro de la alimentación. Hacerlo puede que no sea la elección más apetitosa, pero quizás sea mejor que las alternativas.
Matthieu me recomendó un par de libros que pronto serán parte de Tabletimes, y terminamos hablando de la segunda edición del festival Yeast que está ocurriendo ahora mismo en Italia y en la que participa con BFFOFM; de librerías parisinas, y de casas editoriales como Dalpine en Madrid y Ca l’Isidret en Barcelona, ambas referentes de la práctica editorial relacionada con la fotografía, el arte y el diseño.
Nos preguntábamos quién habría hecho las fotografías; es un ejercicio interesante imaginar quién estaba detrás de la lente y qué pasaba por su mente. Sin duda, sabía lo que hacía porque son unas imágenes fascinantes que hablan por sí mismas.
TTS-003
Better Food for Our Fighting Men
ed. Matthieu Nicol
RVB Books
2022